lunes, 29 de octubre de 2012

Vale, lo que tú digas...

Solo he tenido dos números de móvil. El primero fue un mobiline o como se llamaran aquellos primeros ladrillos analógicos. Poco tiempo después entré en la modernidad digital de la mano de Airtel. Dos números, no más. Esta circunstancia, no sé si habitual o extraordinaria, me coloca en una privilegiada posición moral para murmurar por lo bajo un "...vale, lo que tú digas...". Me explico.



Fue el otro día, y no fue el primer caso, cuando me cruzo con un antiguo conocido. Me aborda: 

-¡Hombre,  Jota, cuánto tiempo! Llevo una vida queriendo llamarte, chico, pero no tengo tu nuevo número -callo, sonrío y espero que siga; reacción que el fulano no esperaba. Silencio denso. Por fin balbucea...-, no era nada, solo que me acuerdo de ti y me digo, este hombre, qué será de él. Con todo lo que hemos vivido juntos, ¿verdad?

Lo curioso es que el tipo no quiere nada, le hubiera bastado con un afectuoso saludo y las protocolaria pregunta de "¿cómo te va?". Aguanto durante unos segundos el silencio y su mirada, me ajusto media sonrisa de circunstancias y saco mi móvil. Busco en la agenda su número, lo tengo. Marco y le suena el teléfono. Lo mira, tiene registrado mi nombre, me mira, permanece en silencio hasta que suelta un "¡coño, pues no lo has cambido!, jo tío, tú siempre tan guasón. Chico, la cosa es que se me cayó el móvil al retrete y perdí toda la agenda, pero mira por dónde el tuyo lo tenía en una tarjeta de seguridad. ¡Oye, que ahí solo tengo los números Vips, no creas!" Mantengo el silencio y relajo el gesto hasta conseguir una media sonrisa gioconda que desarma al contrario. Confieso que yo estaba disfrutando como un patanegra. Fuerzo el silencio hasta que el otro revienta:

-Bueno, cuéntame cómo te va, ¿sigues con el negocio del espionaje privado? Precisamente le comentaba a un amigo común si no estarías espiando a la Merkel, ¡qué, no me digas que he acertado...! -y el cabrón soltó una carcajada más falsa que la promesa de un político.

Sin desdibujar mi media sonrisa gioconda y mordiéndome la lengua para no gritarle gilipollas, saco una tarjeta de visita del Búho Bizco y se la doy en silencio. El tío la coge, la mira, le da la vuelta y en medio de un resoplido exclama un ¡joder tío, es verdad!, mira que me lo habían dicho: que el Jota se ha quedado con el Búho, pero la puta casualidad de que cada vez que voy a verte no estás...

Le doy un golpecito en el hombro y susurro un "...vale, lo que tú digas...""


martes, 16 de octubre de 2012

Volverá


-¿Tu crees que el sol está enfadado conmigo?
-Si has hecho algo que le enoje, seguro. ¿Has hecho algo malo?
-He hecho cosas, pero no sé si son malas para el sol
-Claro, es que esa es otra, ¿qué irrita al sol?
-No lo sé. La verdad es que nunca hemos hablado
-¿Y por qué piensas que el sol está molesto contigo?
-Por su actitud. Lo noto más frío, y cada día está menos tiempo conmigo, como más distaante
-Sí, eso da que pensar.
-Entonces, qué crees que debo de hacer, ¿le pido perdón?
-¿Perdón por qué, has hecho malo?
-Ves, ese es otro problema, ahora tengo que cometer una fechoría para que hable conmigo.

-Margarita, de verdad, te lo digo como amiga: deja los Martinis Hemingwy y pásate al té negro.
-¿Tu crees que si bebo té negro el sol estará más tiempo y menos frío conmigo, Lola?
Tic-tac, tic-tac, tic-tac...(diez minutos de silencio)

-Hola, chicas. Estaba investigando por qué el sol está tan borde y me ha sonado el móvil. Era Él, me ha preguntado si soy el inspector Gracia, y cuando le he respondido que sí me ha dado un mensaje para ti, Margarita: "Dile a la Ricchi que estoy cumpliendo una misión y que volveré a ser el de siempre en unos meses"
-Gracias inspector, ya sabía yo que no me iba a abandonar...Esperaré
Y sonó la gramola en el Búho Bizco


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