Es agradable el golpeteo de las gotas, dan ganas de hablar con alguien en la cama mientras caen. Sólo hay algo que lo supere: despertarse durante una tormenta de nieve. Es como que está pasando algo muy fuerte que no tiene sonido. Y, además, en blanco y negro. un abrazo, Romek
Por la configuración de los pisos, ya suele pasar, pero si recuerdo en la sierra en la casa antigua, el sonido al golpear el tragaluz, evoca tardes tristes de niñez, ese día no podías ir al río.
Cuando la sonrisa está dentro, los sonidos que vienen del exterior pueden ser también sonrisa, máxime si es cantariín y proviene de la naturaleza. <un abrazo Á.
Es agradable el golpeteo de las gotas, dan ganas de hablar con alguien en la cama mientras caen. Sólo hay algo que lo supere: despertarse durante una tormenta de nieve. Es como que está pasando algo muy fuerte que no tiene sonido. Y, además, en blanco y negro.
ResponderEliminarun abrazo,
Romek
Por la configuración de los pisos, ya suele pasar, pero si recuerdo en la sierra en la casa antigua, el sonido al golpear el tragaluz, evoca tardes tristes de niñez, ese día no podías ir al río.
ResponderEliminarCuando la sonrisa está dentro, los sonidos que vienen del exterior pueden ser también sonrisa, máxime si es cantariín y proviene de la naturaleza.
ResponderEliminar<un abrazo Á.
Romek.
ResponderEliminarEs verdad, dan ganas de hablar...bajito, susurrando, sin entorpecer el cloc-cloc de la lluvia.
Aquí, al lado del Mediterráneo, es difícil experimentar el blanco y negro de la nieve. lo puedo imaginar.
Una abrazo
José, por eso me gusta la lluvia en primavera y mañanera: sabes que el sol la empuja y le cierra el paso a la tristeza.
ResponderEliminarUn abrazo
Ángeles, es verdad, lo que brota de dentro se trasmite a lo que se encuentra en el exterior.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces cantamos bajo la lluvia y a veces dejamos que ella nos cante. Un abrazo.
ResponderEliminarSheol.
ResponderEliminarMás me gusta cuando me canta.
Un abrazo