Han pasado diez años desde los juegos olímpicos de Madrid
2020, verano en el que él comenzó a
cumplir una promesa quebrantada durante veinte años. Esos días de julio, el
siete y el ocho y el nueve y hasta el catorce, acude, puntual a las ocho menos
cinco de la mañana, al paseo marítimo de aquella ciudad del sur. El sur,
siempre el sur. Nunca lo ha querido reconocer pero su vida ha quedado marcada
por el sur. Se resistió a admitirlo durante años, hasta que en el verano de Madrid´2020
se rindió y acudió a la cita que durante veinte años había evitado. En el paseo, a la hora del encierro. Así
quedaron. Pero él, cobarde, y se
maldecía por eso, nunca acudió. Nunca, hasta Madrid 2020. Con veinte años de
retraso.
Como cada día de encierro, como cada año desde hace diez,
viaja al sur en julio. Siempre al mismo hotel. Aquel hotel. Pequeño, confortable,
cómplice. Cuando volvió al hotel el verano de las olimpiadas, después de tantos
años, preguntó por Fermín, el conserje de noche, el encubridor de noches de
velas y sábanas, el caballero atento que
les reservaba la mejor habitación y la disponía con una botella de champán, el
sabio que adivinaba cuándo necesitaban un whisky y veinte minutos de conversación a las cinco
de la mañana. Un genio que se había jubilado hacia tres años. Siempre tarde, se
lamentó.
Diez años, setenta y nueve encierros sin fallar ninguno.
Puntual, a las ocho menos cinco, para oír los cánticos y los cohetes que abren
las puertas de los corrales. Hoy es el último encierro del décimo año. Quién
sabe, se dice, igual es hoy. Y si no, no importa, volverá el año que viene. Él sabe que ella está bien, por el Facebook. Son amigos en Facebook, ella no lo sabe, él se ha disfrazado de hombre bueno y ella lo ha acogido. Para ver sus fotos, su vida. Pero él quiere verla aquí, en el paseo, y
preguntarle si ella acudió alguna vez
a la cita. Y pedirle perdón. Hoy es el
último día del año diez, son las ocho menos cinco de la mañana del 14 de Julio de 2030. Suena el primer
cántico.
Efectivamente, nos van a dar los juegos, más que nada porque los rivales son peores y porque es la última oportunidad, dentro de poco aquí no se va a poder ni celebrar la sansilvestre vallecana.
ResponderEliminarUn abrazo