Esto del otoño es una jodienda. Y perdón a los partidarios, que parecen ser mayoría. Pero qué quieren, el titulo del blog es por algo: Al Sol. Y a poder ser, 40º a la sombra. Es mi cruz. Y aún me queda el largo, oscuro y frío invierno. ¡Viva Ecuador costa!
Somos muchos los que, incluso en plena riada de melancolía otoñal, preferimos lo calores estivales a los primeros tembleques otoñales. ¡Pero pocos nos atrevemos a confesar! Los veranoadictos, en su mayoría, callan y ocultan su pasión por el verano como los madridistas esconden sus colores en las Ramblas de Barcelona. Pero siempre nos quedará el Búho Bizco, esa reserva humana de valientes hinchas veraniegos que han hecho de los `40º a la sombra´ su lema, su orgulloso blasón. El motivo de su existencia.
La semana pasada, me cuenta Lola, se organizó una fiesta-homenaje en el Búho Bizco para despedir el verano 2012. Todos los parroquianos, de riguroso luto y con cara de circunstancias, bebían mojitos calientes o gintonics sin gas. Los fumadores, metidos en ambiente, salían a la calle a fumar arropados con guantes y bufandas de lana azul marino. La gramola, con las ventanas humedecidas por la emoción, solo permitía seleccionar fados portugueses y cantautores de los 70 como Paco Ibañez o Lluis Llach. Todo precioso. El abatimiento se palpaba en los rostros de la buena gente del Búho. Es uno de esos momentos en la vida en los que te quieres saltar todos los protocolos y abrazar entre sollozos a tus parroquainos del alma. Así me lo contó Lola, la joven camarera del Búho, y por todos los soles de todos los veranos que llevo vividos les juro que esperaba el abrazo de la joven Lola como agua de mayo para poder sobrellevar con dignidad tanto desasosiego y turbación. Pero no, justo ene se momento la gramola, ¡canalla!, comenzó a vomitar las notas de a galopar a galopar hasta enterrarlos en el mar...
La puerta de doble hoja del Búho Bizco se abrió sola, formó un pasillo con las dos hojas y se inclinó ante su presencia. Ella entró, toc-toc, clavando el tacón de aguja en el piso de madera del Búho. Vestido negro, entallado, falda de tubo por debajo de la rodilla, medias negras, zapatos salón con tacón de aguja, en la cabeza un tocado con rejilla a la altura de los ojos que no le impide lucir una melena negra casi salvaje, un cigarro humeante entre los dedos, media sonrisa regalada, ojos negros que recorren otros ojos, caminar lento y firme...
Entró Margarita Ricchi al Búho Bizco y el otoño cambió de rostro.
Somos muchos los que, incluso en plena riada de melancolía otoñal, preferimos lo calores estivales a los primeros tembleques otoñales. ¡Pero pocos nos atrevemos a confesar! Los veranoadictos, en su mayoría, callan y ocultan su pasión por el verano como los madridistas esconden sus colores en las Ramblas de Barcelona. Pero siempre nos quedará el Búho Bizco, esa reserva humana de valientes hinchas veraniegos que han hecho de los `40º a la sombra´ su lema, su orgulloso blasón. El motivo de su existencia.
La semana pasada, me cuenta Lola, se organizó una fiesta-homenaje en el Búho Bizco para despedir el verano 2012. Todos los parroquianos, de riguroso luto y con cara de circunstancias, bebían mojitos calientes o gintonics sin gas. Los fumadores, metidos en ambiente, salían a la calle a fumar arropados con guantes y bufandas de lana azul marino. La gramola, con las ventanas humedecidas por la emoción, solo permitía seleccionar fados portugueses y cantautores de los 70 como Paco Ibañez o Lluis Llach. Todo precioso. El abatimiento se palpaba en los rostros de la buena gente del Búho. Es uno de esos momentos en la vida en los que te quieres saltar todos los protocolos y abrazar entre sollozos a tus parroquainos del alma. Así me lo contó Lola, la joven camarera del Búho, y por todos los soles de todos los veranos que llevo vividos les juro que esperaba el abrazo de la joven Lola como agua de mayo para poder sobrellevar con dignidad tanto desasosiego y turbación. Pero no, justo ene se momento la gramola, ¡canalla!, comenzó a vomitar las notas de a galopar a galopar hasta enterrarlos en el mar...
La puerta de doble hoja del Búho Bizco se abrió sola, formó un pasillo con las dos hojas y se inclinó ante su presencia. Ella entró, toc-toc, clavando el tacón de aguja en el piso de madera del Búho. Vestido negro, entallado, falda de tubo por debajo de la rodilla, medias negras, zapatos salón con tacón de aguja, en la cabeza un tocado con rejilla a la altura de los ojos que no le impide lucir una melena negra casi salvaje, un cigarro humeante entre los dedos, media sonrisa regalada, ojos negros que recorren otros ojos, caminar lento y firme...
Entró Margarita Ricchi al Búho Bizco y el otoño cambió de rostro.
Ante la presencia de Ricchi nada es lo mismo. Ya sabes que lo mio es el frío. ¡Esto es la Gloria! Un abrazo.
ResponderEliminarLa Richhi es un microclima.
EliminarUn abrazo
Ufff!!! Has dado con una adicta al frio.
ResponderEliminarAunque reconozco que para los que os gusta el tórrido verano Margarita Ricchi siempre es un buen aliciente.
Ya e temía yo que iba estar en minoría.
EliminarM. Ricchi es capaz de desenmascarar a todo un carnaval.
Un abrazo
¡Ostras! vaya ambientazo, los jóvenes seguro que no serían capaces de valorar todo lo que había en el Búho, pero me hubiera gustado estar allí como inspector de papel o en carne y hueso.
ResponderEliminarUn abrazo
A los jóvenes les tienen comido el coco.
EliminarLola te espera en el Búho, inspector. Está deseando que le cuentes tus batallitas
Un abrazo
Vea pues, acá, en plena zona tropical, el clima poco cambia y hay que es resignarse justamente a esa poca variabilidad. En Bogotá, por ejemplo, nada pasa de los 20, excepto contadísimas excepciones, ni tampoco baja más allá de los 5. Cuando estuve viviendo en Europa, Alemania para ser preciso, me agobió el invierno en su etapa final, y me deshidrató el verano es su pico más alto. Pero era un dolor feliz. De quien vive lo nuevo, a pesar de todo. ¡Un abrazo! F:
ResponderEliminarLa próxima vez que visites Europa, pásate por Marbella. Su clima es bastante tolerable.
EliminarAlicante tampoco está mal.
Un abrazo
Solo me gusta el calor: de finales de la primavera, de pleno verano y aún más el "veranillo de S. Miguel o del membrillo" pero ya echaba de menos a esta chica, Margarita Ricchi. Por tanto, se acabaron sus vacaciones señor, ya era hora y momento de que esta chica le colocara las pilas -no del marcapasos ...- :)).
ResponderEliminarMe alegro de leeros (a ti y a José Antonio).
Un abrazo :))
¡Por fin,otro veranoadicto!
EliminarLe paso tu mensaje a la Ricchi. Gracias, Esi
Un abrazo
Lo peor de todo es que se acortan los días y volvemos al dichoso canbio de horario...grrr!
ResponderEliminarUn abrazo
Y el frío, y la oscuridad, y los villancicos, y las pelis de papa noel....en fin
EliminarUn abrazo
Me gusta el verano pero se agradece el cambio de estación, tanto calor agobia
ResponderEliminarAgobia y agota, pero para eso está la siesta, invento estival
EliminarGracias por tu visita, un saludo
!Ay Javi! te comprendo, yo ya he pasado dos inviernos y ahora regreso a España a volver a pasar otro invierno. en fin...así es la vida de colores y calores.
ResponderEliminarMira... mi blog cumple 3 años y mi libro se publica en España. Os dejo más noticias.
Con ternura te dejo un beso sin otoño
Sor.Cecilia
Los que vivimos en esta ciudad soportamos en verano temperaturas que superan con creces los 40º, así que tenemos el cuerpo hecho a "la caló".
ResponderEliminarYo,con todo, no soy ni de frío ni de canícula, si no de solecito primaveral, de abril y terracita,de olor a azahar y cervecita.