Droga no, pero legal

Los más interesados en que la droga continúe fuera de la ley son los traficantes. Son los que más ganan con la prohibición. Recaudan millones de dolares mojados con las lagrimas de sus victimas, corrompen lo que tocan, extorsionan, asesinan y coaccionan. Son una lacra, un parón en la evolución de la humanidad, una mutación genética que conduce al mal. Pero con poder, con muchísimo poder; más poderosos que Reyes y Papas...y hay que acabar con ellos.

La guerra abierta no sirve contra los traficantes; los detiene, los frena, pero no les vence. Es preciso dañar su linea de flotación, agujerear el conducto que los alimenta, que los llena de energía, dinero y maldad. La marmita con la poción mágica que los convierte en invencibles se llama clandestinidad, ilegalidad, prohibición...hay que hacer un regate en corto y secar su fuente de poder: hay que legalizar la droga. Con ello se cortocircuita  a los traficantes; con la legalización ya no son necesarios, ya no son ellos quienes fijan los precios y las calidades, ya no empujan a millones de personas a la ilegalidad, a la delincuencia y a la destrucción. Es el Estado quien determina qué se vende, dónde y cómo. El qué, el dónde, el cómo y sus condiciones es materia para otra reflexión.

Condición sine qua non para la legalización: que sea universal. La legalización en algunos países de manera asilada los convierte en plataforma desde donde los traficantes saltar a los que mantienen la ilegalización para continuar allí sus depravados negocios. La lucha requiere de un consenso internacional. Y el consenso un debate previo, y el debate un foro mundial. Aquí es donde pinchamos en hueso.

¿La ONU?, no es más que otro engullepesetas ineficiente y paralizado por la burocracia. ¿Algún organismo de la UE?, los edificios grises repleto de burócratas no trasmiten entusiasmo.

Entonces, ¿quién le pone el cascabel al gato? Difícilmente lo hará un dirigente en activo. Felipe González, autoridad retirada, ha tomado posición. Las voces autorizadas deben hablar, el debate ha de abrirse sin miedos, sin fantasmas, con valentía.

Hay asuntos que exigen lideres. Este es uno.  Y para que no hayan dudas: el asunto es acabar con el drama de la droga.


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