lunes, 22 de noviembre de 2010

Goran y la viuda

Cuando la crisis asomó por la puerta del Búho  Bizco, Thomas Garrafón, su dueño, se reunió con su contable

-Busca una solución -le ordenó
-La cosa está chunga, jefe. Creo que debe de ampliar horizontes.

Garrafón no era hombre de muchos horizontes, pero sí un luchador hecho así mismo que de niño vio morir a su padre asando espetos en la Carihuela, y que de su madre sueca no tenía más referencias que las que le gritaban sus enemigos cuando lo insultaban. De manera, pensó, que si no tengo horizontes, sí tengo un local. Lo abriré todo el día. Así es como El  Búho Bizco se convirtió en cafetería por las mañanas, bar al medio día, pub por la tarde y antro de madrugada. Yo me solía saltar la sesión de cafetería.

Sería la hora del antro cuando Lola, con una inclinación de cabeza, me señaló la entrada. Era Goran. Al menos una vez por semana, el mafioso albano-kosovar enfilaba la A-7 y se recorría los quinientos kilómetros que le separaban del Búho Bizco con el propósito de convencer a Lola de que su futuro estaba con él en la Costa del Sol.

-Hola, Goran. ¿Cuándo te vas a convencer de que Lola no va a dejar el Búho Bizco?
-Saludos, Don Jota. Algún día ella venir conmigo, pero hoy yo hablar con usted, Don Jota.
-¿Gin Tonic?
-Vodka, sólo, sin hielo.

Cuando se acercó Lola con la copa de vodka, Goran se la arrebató y se lo bebió de un trago. Fue entonces cuando le hice una señal a la camarera para que nos dejara solos en el fondo de la barra.

-Cuenta, Goran, cuenta.
-Verá, Don Jota, he estado con una mujer
-No te preocupes, ya tienes edad.
-No es eso, Don Jota, solo hemos hablado.
-Preocúpate, aún no tienes edad para eso.
-Verá, Don Jota, le explico: hace dos noches, estando yo mismo en Marbella en uno de mis locales de, ¿cómo lo llaman?, de mala nota, para con mi ojo engordar al caballo, entró una mujer de edad media con vestido caro y aroma de Glenrothes reserva Special 1992. Ya imaginará que corrí tan raudo como veloz para decir a mujer que en mi local las mujeres apenas usan vestidos y que el wisky lo importamos directamente desde Segovia, que se había equivocado y mejor saliese.
-¿Y?
-Pues que la mujer, sin duda afectada por el Glenrothes, sacó una American Express de oro y platino doble fondo y me dijo que compara trajes caros y joyas de verdad para las chicas, y wisky embotellado para barra
-Me pierdo Goran, y solo llevo dos gintonis
-Espere, Don Jota, que viene lo gordo. Como la mujer no quería salir del local le dije que no era bueno este sitio para una señora tan principal, que mi local podía ser la tumba de su fama. Y entonces, Don Jota, entonces se echó a reír con tanto ruido que los clientes abandonaron a las chicas y nos hacían corro. Yo no sabía qué hacer, ordené que subieran volumen de la música, pero aquella mujer reía más fuerte y repetía. "¡tumbas a mi!", así que la cogí del brazo y la llevé a la oficina donde miro qué  facturas no pagar.
-Ya, y allí en la oficina, los dos solitos...bueno, Goran, no habrás recorrido quinientos kilómetros para decirme que has tenido una aventura en tu oficina.
-Usted no entender, Don Jota. Espere. En la oficina la mujer me contó una historia. Una historia de tumbas que escupen muertos; bueno, a un muerto, a su marido. Todos los meses enviudaba del mismo marido, de un marido que resucitaba para trabajar más y más. Yo creo que es verdad, Don Jota, no todo el mundo tiene una American Express de oro y platino de doble fondo.
-Goran, ¿qué has fumado?. Creo que debes de cambiar de amistades.
-Le pregunté si  el muerto viviente había muerto para siempre. Yo nunca deseé su muerte, me respondió, pero tampoco su resurrección, por eso le he encargado a alguien que cuide tumba. Y me enseñó foto de tumba con guardián.

El mafioso albano-kosovar enmudeció; Lola, que paseaba disimuladamente detrás de la barra sin perder detalle de la historia, se paralizó. Goran me miró fijamente a los ojos y con un hilo de voz casi imperceptible me preguntó...¿dónde está tu gato,  Jota?.


Las buenas narraciones nos permite a los simples mortales fantasear su continuación.  
Aunque cuando se alían este y este, lo mejor es esperar que continúen ellos la historia.

4 comentarios:

  1. Ya lo he dicho varias veces, estan de moda los mininos, ¿onde está el gato? está muy claro, en el arbol de Apu, en la casa de Montse y en el cementerio de mi blog, el pobre tiene curro a destajo.
    Como siempre un placer leerte, un abrazo.

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  2. Os habéis puesto de acuerdo con los gatos tu y el tándem Apu-José, bueno , yo prefiero los canes me dan mas confianza. Me ha encantado tu relato. Un abrazo.

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  3. También en este blog hay un gato, Jose. La pestaña de Naco, en el ático, es su refugio. La culpa, mi niña, que lo adoptó como hermano.

    Gracias por leerme, un abrazo

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  4. Hola Sheol. El tándem Apu-José está que se sale. Yo solo invento conexiones alternativas.

    Un abrazo

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