domingo, 27 de mayo de 2012

Juego de Reyes, del Mambo

Cuando año a año, mes a mes, día a día, se consigue cierta edad y algún hijo, se entiende la teoria del Rey del Mambo sin necesidad de profesor de apoyo.


Un amiguete asiduo al Búho Bizco me lo explica entre gintonic y gintonic: Verás, chato, lo de los hijos es como una revolución permanente contra el Rey del Manbo. Con sus fases.

Conga dancing - Courtesy Keystone/Hulton Archive/Getty Images

Primera: el hijo, o hija, que lo mismo te tocan las pelotas unos que otras, creen y lo jurarian sobre la biblia, que los padres somos los Reyes del Manbo. Es la época en la que las niñas se quieren casar con los padres, y las madres, orgullosas, les rien las gracias. Es la época en que los niños creen de buena fe que los padres somos de puta madre y las madres más listas que el hambre por estar con quien está. Vamos, que se dan de leches si otro nano lo pone en duda. Esto viene a durar hasta después de la primera comunión, de largo; pongamos hasta los diez, doce años. Luego viene una etapa plana hasta llegar a la siguiente fase.

Segunda: La adolescencia...agggg....es cuando los hijos se desencantan. Se dan cuenta de que los padres no somos los Reyes el Mambo. Y no es suficiente haber descubierto que no existen los reyes, necesitan proclamar a los cuatro vientos que de existir no seriamos los padres. Gilipollas los niños, como si el resto de la humanidad no lo supiera. Pues lo machacan, nos lo recriminan como si les hubieramos ocultado la verdad  los largo de lo que ellos creen su extensa e intensa vida. Esta fase, por fortuna no dura mucho; es potente, pero se acaba cuando terminan el instituto o se sacan el carnet de conducir. El fin de esta fase da paso a otra etapa plana que dura lo que duran los estudios universitarios o encuentran un empleo. Descubrir que nos borbandean con los recibos de la luz, gas, los impuestos, y lo que llegue del banco, les amansa.

Tercera, peligrosísima: Han redescubierto que sí existe el Rey del Mambo...¡y que son ellos! Con sus primeros euros comienzan segregando la factura del movil: que qué te importa a ti quién me llama o a quién llamo, que yo uso esmarfon y tú aún le das al sms, que tengo mi vida, mis amistades y mis relaciones...¡que soy el Rey del Manbo! Si les llega para comprarse un coche es una bendición, por lo menos no te echarán en cara que el tuyo siempre está en reserva y  la gasolina se la tiene que poner...¡el Rey del Mambo! para que tú puedas ir a comparar el periódico. Esa es otra, la del periódico: Debes de ser, te reprocha el Rey del Mambo, la única persona de este país que compra periodicos de papel...

Futurible, un deseo: que algún día lleguen los nietos y los Reyes del Mambo te hagan la pelota para que te los quedes mientras ellos están en el trabajo o se van de copas.

Entonces, ay entonces, ¡ya veremos quién es el Rey del Mambo!

-¿No es así? -me pregunta mi amigo, acodado en la barra del Búho Bizco.
-Ya no me acuerdo. Hace tiempo que superé la fase de hacerle la pelota a mis padres.

Y clic-clic, suena la gramola del Búho

6 comentarios:

  1. jajaja, cuanta razón tienes Javir, la vida es una gramola que cambia constantemente de ritmos. Besos.

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    1. Y a veces es una tómbola y a quien le toca le toca
      Besos

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  2. La segunda fase, yo creo que es eterna

    ¿Tu estás seguro que de verdad segregan alguna vez la facturita del movil?

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    1. Lo bueno de la segunda fase, candela, es que sabes que pasará. Pero...y la tercera?
      (Lo del móvil es un "me voy antes de que me echen". Y lo adornan con esa superioridad...)

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  3. ojo! que no soy maestra de apoyo jaja
    pero superada la fase de la adolescencia si son chicos, se creen más fuerte que su padre, te acusan de saber nada de inglés ("entonces no sabes nada de inglés!! ufff...madre mía) -sí, éste es mi angelito- que cumplirá 18 años en agosto... por tanto, lo siento por nosotros/as jajaja

    un abrazo abuelo??
    no, aún no eres abuelo, verdad??

    :)

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    1. ¡Nooo!, pero cuando lleguen...jejejej...¡cuando lleguen!
      Oye, es cierto. Lo del idioma es una variante muy socorrida para hacer daño. Hasta el punto de que cuando algo te suena en inglés no te atreves a preguntar..."oye, niña, esto significa..." porque como te equivoques...

      Un abrazo

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