miércoles, 17 de febrero de 2010

La Invasión de las Calles

Buen día,

Y de verdad, que ha amanecido bonito. Aquí al menos, donde les tecleo.

Ayer no, ayer cayeron cuatro gotas, no más. Algún vecino del pueblo me comentó que eran gotas de agua bendita, del bendito descanso musical.

El asomo de lluvia echó para atrás a unos aguerridos cofrades que le dan a las trompetas y tambores desde navidad hasta semanasanta. Ensayan, y ensayan tres meses. Y retumban los tambores, y rasgan el cielo las trompetas...y todo al lado de casa. No es mi caso, pero los hay que lo sufren en silencio; sí, como eso. Pero es lo que es y nadie levanta la voz. Que hablan los tambores en la calle de todos.

Desde que Don Manuel de España dijo que la calle era suya ha llovido de verdad, y la calle ha pasado a ser de todos. Gran error.

Si la calle es de todos, todos queremos hacerla nuestra. No uno a uno, sino en grupo unicelular, que da más fuerza. La ocupan la célula de los aficionados del barsa, la célula de los nazarenos, la célula de los ciclistas, la célula de la marcha a favor de la mariposa multicolor, la célula de los fumadores reprimidos, la célula de los botelloneros, la célula de la corte de la reina de las fiestas del pueblo, la célula de los afectados por el cierre del puticlub...todos tenemos derecho a convertir la calle en nuestra salita de estar con mueblebar. Eso sí, cuando vamos en cuadrilla, que ya se sabe que el grupo nos sumerge en el anonimato y nos hace más reivindicativos, más machos.

Espero que la calle se declare mostrenca y le dediquemos el respeto que le brindamos a todo aquello que no sabemos de quién es.

Feliz día.

PD.- Un aficionado me predijo lluvia para hoy y mañana. Aquí. Y todo con el científico argumento de que ayer llovió, cuatro gotas. Espero que aún llueva y salve su autoestima.

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