jueves, 11 de febrero de 2010

Él cocinaba con leña

Buen dia,

Ayer, ya les conté, me invitaron a a comer. Arroz, ¡monumental!. ¡Qué manos tiene esa mujer!

Monumental, como suele, y a pesar de dos inconvenientes: uno, sin caracoles por imperativo del calendario; dos, cocinado a gas, no con leña, por razones prácticas.

En esto último, la leña, mi abuelo era inflexible. Él cocinaba el arroz con conejos los domingos, cuando los domingos eran algo más que el día del señor, eran el día de la paella grande, paella para muchos; hace mucho. Y siempre con leña

-Abuelo -sólo se lo dije una vez- que mira que estamos en julio y el sol cae de arriba abajo sin mirar a quién le da, que de verdad, que no nos importa que cocines la paella con gas, que ya en invi...
-Niño, si quieres comer deja que sude, y si no, puerta.

Era un encanto. Mis cuatro abuelos lo fueron. Han pasado los años y siempre hay un detalle que me los recuerda. Una comida, una imagen, un olor, una frase...

Como aquella noche, ya cercana la madrugada. Conducía sólo, por la A-7, puse un CD y les juro por mi niña, la que está preparando el erasmus, que me cruzó un no sé qué en la garganta al escucharla que me nubló la vista. Sería la hora, que sería la del alba.

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